2 de julio de 2011
En octubre del 2.006 nos despedíamos de nuestra audiencia, pequeña pero fiel y quien escucha la grabación de aquel último programa notará que nos fuimos dando un portazo pero sin cerrar la puerta, como sucede con cualquier amor al que no se puede dejar de volver.
Casi cinco años después volvemos. Es un tiempo prolongado, aparentemente, pero les puedo asegurar que cuando hay amores verdaderos y duraderos, un lustro, una década, no son nada.
El novio del olvido regresa porque resultó ser eso, un gran amor: amor al hacer radio, al diálogo, al sonido hecho palabra y música; un gran amor hecho de paciencia y de constancia, de convivencia y de curiosidad.
Pero además, este programa resurge de sus cenizas porque donde hubo fuego suele quedar una brasita encendida, además de las cenizas. Y como se sabe, el tiempo se parece al viento: dispersa las cenizas y aviva las brasas. Luego de muchos años nos venimos a enterar que hubo una oyente silenciosa, que nos siguió más allá de todo. A esa persona, le debemos el hecho de estar nuevamente al aire, porque estuvo amorosamente y sigue estando y sigue siendo –como sugirió Héctor Larrea- la parte más importante de la radio: está y escucha.
A ella, que siempre estuvo y que estimuló este regreso, a Carolina, dedicamos esta emisión.
Por lo demás, bienvenidos todos a una nueva reencarnación del Novio del Olvido.