Así es, cayó un domingo cualquiera este 21 de marzo y ya nadie parece prestarle demasiada atención; le ha ganado el jalowin y el 14 de febrero en popularidad (una popularidad medio endeble sin dudas). Sin embargo a mí el otoño y la primavera me siguen pareciendo las estaciones más bonitas del año y creo que vale la pena descorchar una botella y levantar una copa para darles la vienbenida, pero por pura prudencia ante el desdén generalizado he guardado un respetuoso silencio este año. Bien, la cuestión es que sigo sin robar porque estos tiempos me tienen las pelotas globalizadas y paso la mayor parte del tiempo evitando los lugares comunes, lo cual me quita tiempo para sdaborear de otras cosas. No entanto, ya comenté sobre el libro de Laiseca, que apenas junte un poco de energía copiaré fragmentos ambrosíacos para ver si los tiento con esperanza de una juventud eterna, cuando no de una redonda eternidad. Mientras me conformo con copiar y compartir una frase de Tom Waits:
"No sabes que no existe el diablo? Es sólo Dios cuando está borracho."
Sinceramente, yo invertiría los términos para decir:"¿No existe Dios, es solo el diablo cuando está sobrio?"
Felicitá...ah, y bienvenida Marina.
Amigo de lo ajeno -pues así en realidad se llama, sólo que alguien se me adelantó...ni para chorro sirvo- pretende nada más compartir algunos fragmentos de texto que por algún motivo son inusuales, curiosos, llamativos. Esperemos que no nos vengan con cuestiones legales por citar a nuestros amigos desconocidos. Cualquier cosa avisen, así salimos corriendo con tiempo hacia el Paraguay.
lunes, 22 de marzo de 2010
miércoles, 3 de marzo de 2010
A mis cinco seguidores y algún casual voiyeaur
Amigos. He desaparecido por razones vacacionales, supongo. Porque las vacaciones son un estado anímico o algo que ya está impuesto en el calendario. En Brasil o en Almagro o en Posadas, enero es enero y ¡guay de cualquiera que quiera seguir con las mismas rutinas que lo distraen en agosto o en mayo! Así que dejé de robar, intelectualmente hablando, para rascarme la panza en visible crecimiento veraniego. Y no se crean que voy a decir: "Pero seguí leyendo un momtoooooóm." No, ni el diario leí en busca de pasajes dignos de vuestro gracioso sentido del humor. Música, sí escuché, pero no le presté atención a las letras ni a nada.
Iba a poner unos fragmentos de Tom Waits traducidos al español, pero todavía no hice el florilegio conveniente. De manera que esos son, más o menos, las razones vacacionales que invoqué al principio, seguidores cinco amigos.Debo confesar, no en tanto, que he entrado en un par de oportunidades a este dichoso sitio web para ver si alguno preguntaba por qué había dejado de publicar "esa exquisita porqeuería que tanto nos hacía reir y llorar" (palabras textuales nunca dichas ni por el voyeaur). Ahí me di cuenta...y dejé de entrar.
Pues bien, seguidores amigos cinco, hoy entro como quien no quiere la cosa -pero lo desea suficiente- para hablarles de un descubrimiento que creo haber hecho. No detallaré cómo ni cuáles fueron las circunstancias, para no ser más tedioso aún. Resulta que descubrí un libro de Alberto Laiseca y con él a los escritos del propio viejo. Simplemente diré eso y que me ha esultado como un continuo, gratificante y gratuito conjunto de cachetadas bien dadas en la oscuridad. Me cayeron las fichas como un montón de monedas de a 0,10 y 0,25 que la máquina de un colectivo bonaerense devuelve todas juntas y de golpe.
Les dejo la inquietú del título no más: "El gusano máximo de la vida misma". Dicho sea de paso, ése es el nombre del protagonista de la novela. Si puedo, la próxima vez los deleitaré con algún delicioso fragmento.
Iba a poner unos fragmentos de Tom Waits traducidos al español, pero todavía no hice el florilegio conveniente. De manera que esos son, más o menos, las razones vacacionales que invoqué al principio, seguidores cinco amigos.Debo confesar, no en tanto, que he entrado en un par de oportunidades a este dichoso sitio web para ver si alguno preguntaba por qué había dejado de publicar "esa exquisita porqeuería que tanto nos hacía reir y llorar" (palabras textuales nunca dichas ni por el voyeaur). Ahí me di cuenta...y dejé de entrar.
Pues bien, seguidores amigos cinco, hoy entro como quien no quiere la cosa -pero lo desea suficiente- para hablarles de un descubrimiento que creo haber hecho. No detallaré cómo ni cuáles fueron las circunstancias, para no ser más tedioso aún. Resulta que descubrí un libro de Alberto Laiseca y con él a los escritos del propio viejo. Simplemente diré eso y que me ha esultado como un continuo, gratificante y gratuito conjunto de cachetadas bien dadas en la oscuridad. Me cayeron las fichas como un montón de monedas de a 0,10 y 0,25 que la máquina de un colectivo bonaerense devuelve todas juntas y de golpe.
Les dejo la inquietú del título no más: "El gusano máximo de la vida misma". Dicho sea de paso, ése es el nombre del protagonista de la novela. Si puedo, la próxima vez los deleitaré con algún delicioso fragmento.
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